El tabaco y la cirugía estética

tabaco cirugiaAunque el consumo de tabaco es sin duda menos frecuente hoy en día que en los últimos 20 años, gracias a la mayor comunicación sobre sus efectos y a las numerosas campañas de concienciación de la población, se sigue tratando de una de los hábitos más perjudiciales para la salud.

En el campo de la cirugía estética y el envejecimiento, el efecto del tabaco es ampliamente conocido:

– Por un lado favorece el envejecimiento de nuestros tejidos por incrementar el grado de oxidación celular y por ende el desarrollo de signos de daño tanto a nivel cutáneo como muscular.

– Por otro lado incrementa el depósito de tóxicos (radicales libres) en la piel, tornándola de un color grisáceo.

Lo que no se ve y la mayoría de los pacientes no sabe, es que el tabaco reduce la capacidad de regeneración tisular, o lo que es lo mismo, la capacidad de cicatrización y correcta regeneración de nuestros tejidos. Disminuye la elasticidad de la piel volviéndola más rígida y con tendencia a la ruptura (se traduce en estrías y cicatrices anormales) y además, reduce el flujo sanguíneo.

Otros problemas que genera la nicotina cuando hablamos de cirugía plástica son:

– Infecciones: la nicotina genera una predisposición a las mismas, además de obstaculizar a los agentes que las combaten.
– Complicaciones en la cicatrización de las heridas.
– Cicatrización de mala calidad, con cicatrices anchas y gruesas.
– Formación de coágulos.
– Posibles daños en los vasos sanguíneos.

Debido al alto riesgo que supone la nicotina a la hora de pasar por el quirófano, el mejor consejo si ha decidido realizarse una operación de estética es que deje de fumar. Si no quiere dejar de fumar de manera permanente, sí debería abstenerse al menos 15 días antes de la intervención y de 15 días a un mes después de la misma; aunque cuanto mayor sea el tiempo que no fume, mejor.

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